domingo, 26 de abril de 2015

Dad gracias a Jesús El Buen Pastor y piedra angular por su bondad


Hoy mi amanecer fue más temprano de lo habitual, por alguna razón no podía dormir y después de dar vueltas en la cama, me levanté, me puse un abrigo, tomé una cobija y salí al balcón.  El cielo estaba claroscuro porque apenas el sol mostraba sus primeros rayos de luz y estaba un poco frío, pero a pesar de eso, tomé una silla y me senté, me arropé hasta el cuello y sólo contemplé.  Y me quedé pensando, ¿qué he de contemplar si la vista siempre es la misma?, sin embargo, al fijarme en los detalles pude ver las diferencias, y así ha de pasar en cada día y circunstancia de nuestras vidas. 

En el jardín alrededor de la piscina hay unos rosales hermosos, completamente floreados, rosas color rosado pastel y durazno.  Meses atrás no habría podido deleitarme con ellas porque no era la época, y esto es sólo una muestra de que todo, absolutamente todo tiene su tiempo.

Mientras veía como se iluminaba cada vez más el cielo, me detuve a escuchar el trino de los pájaros y me dije, ¡Oh qué maravilloso eres Señor!  No veía las aves, sólo las escuchaba pero su melodía era inspiradora, y recordé la canción que dice "Y cantan los prados, cantan las flores, con armoniosa voz, y mientras que cantan, prados y flores, yo soy feliz pensando en Dios".  Luego me dispuse a rezarle un Rosario a nuestra dulce Madre María, a la llena de gracia.  

En la meditación del Rosario, se me vino a la mente las lecturas de hoy, iniciando desde la primera lectura que nos dice que Jesús, la piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular y que es el único que puede salvar.  Y lo mismo se nos repite en el salmo, donde le damos gracias a Dios por ser nuestra base, nuestro sustento, nuestro origen, nuestra alegría, nuestro refugio, por ser quien nos escucha, por ser tan bueno y misericordioso.  También es de gozo recordar las pocas líneas de la segunda lectura donde se nos recuerda que por ese gran amor del Padre podemos ser llamados hijos.

Sin embargo, en definitiva, la referencia de Jesús como El Buen Pastor que da la vida por sus ovejas es lo que más me inspiró.  A veces se nos es muy difícil entender el amor tan infinito del Padre manifestado en el Hijo en su entrega obediente pero a la vez voluntaria; cuesta también distinguir  la voz del Pastor, que nos llama a cada uno por su nombre porque nos conoce, que lo único que busca es vernos salvos, libres de todo lobo que quiera acecharnos; qué complicado se no hace comprender que El Buen Pastor nos ama y que nunca nos dejará solos, siempre nos cuidará.

Estamos en Pascua, y como la primavera en que todo florece y nace nueva vida, así debe crecer dentro de nosotros esa necesidad de escuchar a Jesús que nos llama a seguirle, que nos invita a conocerle y amarle como Él nos conoce y nos ama.  El escucharlo, conocerlo, amarlo y seguirlo significa reconocerlo como piedra angular de nuestras vidas, poder darle gracias por todas las maravillas que nos regala y ser testigos de su infinita bondad.

¡Feliz Domingo!




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