Hoy mi amanecer fue más temprano de lo habitual, por alguna razón no
podía dormir y después de dar vueltas en la cama, me levanté, me puse un
abrigo, tomé una cobija y salí al balcón. El cielo estaba claroscuro
porque apenas el sol mostraba sus primeros rayos de luz y estaba un poco frío,
pero a pesar de eso, tomé una silla y me senté, me arropé hasta el cuello y
sólo contemplé. Y me quedé pensando, ¿qué he de contemplar si la vista
siempre es la misma?, sin embargo, al fijarme en los detalles pude ver las
diferencias, y así ha de pasar en cada día y circunstancia de nuestras vidas.
En el jardín alrededor de la piscina hay unos rosales hermosos,
completamente floreados, rosas color rosado pastel y durazno. Meses atrás
no habría podido deleitarme con ellas porque no era la época, y esto es sólo
una muestra de que todo, absolutamente todo tiene su tiempo.
Mientras veía como se iluminaba cada vez más el cielo, me detuve a
escuchar el trino de los pájaros y me dije, ¡Oh qué maravilloso eres Señor!
No veía las aves, sólo las escuchaba pero su melodía era inspiradora, y
recordé la canción que dice "Y cantan los prados, cantan las flores, con
armoniosa voz, y mientras que cantan, prados y flores, yo soy feliz pensando en
Dios". Luego me dispuse a rezarle un Rosario a nuestra dulce Madre
María, a la llena de gracia.
En la meditación del Rosario, se me vino a la mente las lecturas de hoy,
iniciando desde la primera lectura que nos dice que Jesús, la piedra que
desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular y que es el único que
puede salvar. Y lo mismo se nos repite en el salmo, donde le damos
gracias a Dios por ser nuestra base, nuestro sustento, nuestro origen, nuestra
alegría, nuestro refugio, por ser quien nos escucha, por ser tan bueno y misericordioso.
También es de gozo recordar las pocas líneas de la segunda lectura donde
se nos recuerda que por ese gran amor del Padre podemos ser llamados hijos.
Sin embargo, en definitiva, la referencia de Jesús como El Buen Pastor
que da la vida por sus ovejas es lo que más me inspiró. A veces se nos es
muy difícil entender el amor tan infinito del Padre manifestado en el Hijo en
su entrega obediente pero a la vez voluntaria; cuesta también distinguir
la voz del Pastor, que nos llama a cada uno por su nombre porque nos
conoce, que lo único que busca es vernos salvos, libres de todo lobo que quiera
acecharnos; qué complicado se no hace comprender que El Buen Pastor nos ama y
que nunca nos dejará solos, siempre nos cuidará.
Estamos en Pascua, y como la primavera en que todo florece y nace nueva
vida, así debe crecer dentro de nosotros esa necesidad de escuchar a Jesús que
nos llama a seguirle, que nos invita a conocerle y amarle como Él nos conoce y
nos ama. El escucharlo, conocerlo, amarlo
y seguirlo significa reconocerlo como piedra angular de nuestras vidas, poder
darle gracias por todas las maravillas que nos regala y ser testigos de su
infinita bondad.
¡Feliz Domingo!
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