Santa María Goretti nació en Corinaldo, Italia el 16
de octubre de 1890 hija de Luis Goretti y Assunta Carlini, ambos campesinos.
María fue la segunda de seis hijo.
Vivió en el seno de una familia humilde y perdió a
su padre a los diez años por causa del paludismo.
Como consecuencia de la muerte de su padre, la madre
de María Goretti tuvo que trabajar dejando la casa y los hermanos menores a
cargo de ésta quien realizaba sus obligaciones con alegría y cada semana
asistía a clases de catecismo.
A los once años hizo su primera comunión
haciéndose, desde entonces, el firme propósito de morir antes que cometer un
pecado.
En la misma finca donde vivía María trabajaba
Alejandro Serenelli, quien se enamoró de María que en ese entonces contaba con
doce años.
Serenelli, a causa de lecturas impuras, se dedicó a
buscar a María haciéndole propuestas que la santa rechazaba haciendo que
Serenelli se sintiera despreciado.
El 5 de julio de 1902 Serenelli fue en busca de
María quien estaba sola en su casa y al encontrarla la invitó a ir a una
recámara de la casa a lo que María se negó por lo que aquél se vio obligado a
forzarla.
María se negaba advirtiéndole a Serenelli que lo que
pretendía era pecado y que no accedería a sus pretensiones por lo que éste la
atacó con un cuchillo clavándoselo catorce veces.
María no murió inmediatamente, fue trasladada a la
hospital de San Juan de Dios donde los médicos la operaron sin anestesia porque
no había y durante dos horas la santa soportó el sufrimiento ofreciendo a Dios sus dolores.
Antes de morir, un día después del ataque, María
alcanzó a recibir la comunión y la unción de los enfermos e hizo público su
perdón a Serenelli.
El asesino fue condenado a 30 años de prisión donde
al principio no daba muestras de arrepentimiento. La tradición cuenta que
después de un sueño donde María le dijo que él también podía ir al cielo,
Serenelli cambió completamente volviéndose hacia Dios y ofreciendo sus trabajos
y sufrimientos en reparación de sus pecados.
Después de 27 años de cárcel fue liberado y acudió a
pedir perdón a la madre de la santa, quien no solo lo perdonó sino que lo
defendió en público alegando que si Dios y su hija lo habían perdonado, ella no
tenía porque no perdonarlo.
La fama de María Goretti se extendía cada vez más y
fueron apareciendo las muestras de santidad, que fue fruto de su cercanía a
Dios y su devoción a la Virgen María.
Después de numerosos estudios, la Santa Sede la
canonizó el 24 de junio de 1950 en una ceremonia que se tuvo que realizar en la
Plaza de San Pedro debido a la cantidad de asistentes que se calculaban en más
de quinientas mil personas.
En la ceremonia de canonización acompañaron a Pío
XII la madre, dos hermanas y un hermano de María. Durante esta ceremonia Su
Santidad Pío XII exhaltó la virtud de la santa y sus estudiosos afirman que por
la vida que llevó aún cuando no hubiera sido mártir habría merecido ser
declarada santa.
Fuente: www.ewtn.com
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