La oración antes de dormir
es vital porque sencillamente no sabemos si al día siguiente despertaremos.
¿Cuántas veces no nos
hemos acostado sin dirigirnos a Dios? Algunas veces ha sido por cansancio,
otras por olvido o porque simplemente no sabemos qué decirle.
Tal vez la noche muchas veces no parece bastar para poder agradecerle a
Dios las maravillas infinitas que nos ha regalado en el día; qué dicha sería siempre poder ver
la película de lo vivido en esas horas desde el último amanecer, para así sonreír
al ver cuánto nos ama nuestro Padre Celestial.
Y aunque es probable que no todo haya sido “perfecto” y “bueno”, debemos
dar gracias con la convicción de que todo lo sucedido es porque Dios tiene un
plan.
Además de ser agradecidos, lo ideal antes de dormir es dedicar un tiempo
para hacer un examen de conciencia y pedirle perdón a Dios por cualquier ofensa
que hayamos cometido y hacer un propósito de desagravio.
Pero no hemos de olvidar que la oración de la noche debe ser también de petición. Podemos pedirle a Dios que nos conceda un buen descanso y que el día siguiente
sea mejor y encomendárselo, sin embargo, lo primordial es abandonarnos en Él, pidiéndole que se haga su voluntad, pero
que su paz y su gracia nos acompañen siempre.
También es bueno encomendarnos a nuestro Ángel custodio. Creo que esta es la primera oración que nos
enseñan de niños. Yo creo que no a todos nos las enseñan igual. Aquí les comparto como la aprendí que mis padres:
“Angel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni
de día, hasta que me pongas en paz y armonía con Jesús, José y María. Cuatro esquinas tiene mi cama, cuatro ángeles
que me acompañan: Pedro, Pablo, Juan y Lucas.
Acuéstate Mónica y no tengas miedo”.
Y por último, quiero compartir una oración que recientemente el Padre de
la parroquia a la cual asisto nos enseñó.
“A tiempo de acostarme Señor en tus manos encomiendo mi alma, presérvame
del pecado y de una muerte imprevista”.
Y aunque a veces sea difícil, hagamos el esfuerzo de perseverar en la oración, que cada día nuestra última alegría y nuestro último pensamiento sean para Dios.
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