A lo largo de mi vida he conocido a muchas personas, cada una con
características diferentísimas, con modos distintos de pensar, capacidades y
talentos variados, y aptitudes y actitudes muy específicas, y es que esa es la
maravilla del ser humano, ser únicos a pesar de ser creados a una sola imagen:
la imagen de Dios.
Tomando esto en consideración, si escogiéramos dos hermanos, parecidos
físicamente, con algunas cualidades compartidas y criados exactamente bajo los
mismos parámetros, al cada uno poseer personalidades distintas, sus gestos,
reacciones y decisiones pueden resultar ser completamente opuestos. Por ejemplo, puede ser que ambos son muy
buenos con las matemáticas, sin embargo, uno va a escoger la parte
financiera-contable y el otro la físico-ingenieril. Pero, ¿qué pasa con la fe?
Yo pienso que funciona exactamente igual, y es que existen varios
factores que van a influir en cómo es ésta acogida y practicada. Uno puede nacer bajo el seno de una familia
de una religión y a los años, a medida que uno madura decidir cambiarse de religión,
pero lo que se cuestiona es ¿qué es lo que no encontraba en su religión que
tuvo que explorar y buscar en otros territorios?
Ante esto, se me vino a la mente una sencilla comparación: “la fe es
como saber escribir”. Aprendemos a
escribir desde niños, unos a más temprana edad que otros, por lo general se nos
enseña en la escuela, sin embargo, hay otros que aprenden en casa; pero así
mismo hay muchos que no adquieren este conocimiento ya que sus padres
carecieron de educación y además no poseen recursos suficientes para enviarlos
a la escuela a aprender. De igual forma
considero que sucede con la fe. La fe se
aprende en casa inicialmente y luego la Iglesia completa la formación; pero si
los padres no conocen, no podrán enseñar ni enviar a aprender.
En algunas circunstancias, ese escenario no cambia, sin embargo, el
mundo y las personas no son estáticas
por lo que en la mayoría de los casos las personas llegan a buscar ya sea por
necesidad o curiosidad qué hay más allá de su entorno inmediato y conocen gente
que les muestra otras perspectivas de vida, de oportunidades, de sueños y
esperanzas, que sólo cada uno es quien tiene la determinación de generar un
cambio, de progresar.
Muchos a pesar de entrar en un nuevo entorno donde el escribir es sumamente
importante, se limitan a lo que saben y no deciden superarse. De igual forma sucede con aquellos que si
aprendieron en la escuela las normas básicas de escritura, pero no le ponen en
práctica de la manera correcta, lo cual es reflejado por ejemplo, en
innumerables faltas ortográficas o en frases sin sentido. Así mismo es la fe, a pesar de conocer
personas que nos la introducen, suele ocurrir que la rechazamos porque creemos
no necesitarla, y los que ya la teníamos aprendida hasta cierto punto, no le
tomamos importancia a desarrollarla, más bien la desechamos y olvidamos.
Dicho todo lo anterior, considero que la fe es heredada en parte, al ser
aprendida de nuestros padres, sin embargo, en mayor parte, la fe es aprendida
porque siempre ha de ir creciendo, siempre involucra aprender más y más y cada
quien es el que ha de hacerlo posible. Y
a la hora de tener que enseñarle a otros sobre la fe, estimo que funciona
igual, mientras más aprendamos y más herramientas poseamos, mayor alcance
podremos tener. No podemos conformarnos,
siempre debemos buscar crecer en Dios y para Dios.
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