La ternura en mis manos: Matteo y yo. |
A lo largo de nuestra vida
hemos tenido varias oportunidades de detenernos a pensar en lo que hemos hecho
y en lo que no, en lo que queremos para nuestro futuro, nos planteamos metas y
muchas veces hasta le ponemos fecha de cumpleaños, y sí, muchas veces logramos
cumplirlas al plazo que no los propusimos, como obtener un título académico,
adquirir algún bien material, viajar, obtener un trabajo, etc. Sin embargo, algo a lo que por lo general no
le atinamos a cuándo sucederá es el tener un hijo, tan sólo podemos decir que
nos gustaría que fuera antes de cierta edad o hasta le atinemos al año y puede
que al mes, y esto si lo hemos pensando no con mucho tiempo de anticipación,
pero sólo Dios tiene el completo dominio de cuál será el día y la hora.
Yo debo confesar que nunca
visualicé cómo podrían ser ciertos acontecimientos en mi vida, como por ejemplo
el graduarme de la universidad, es más ni siquiera estudié lo que de niña o
adolescente supuestamente me gustaba, tampoco pensé en cómo sería el día de mi
boda ni mucho menos cómo iba a ser mi traje de novia, hasta mucho
tiempo dudé si me casaría o no. Y bueno,
el tener un hijo tampoco estuvo en mi pensamiento y es que creo que mi vida la
he vivido día a día, lo que tal vez no sea bueno en muchos aspectos, pero el no
haber planeado ni esperado nada, me ha permitido disfrutar cada instante con una
naturalidad, inocencia, esperanza y felicidad como la que se tiene al leer un
libro nuevo.
Muchos años han pasado, he
tenido experiencias tanto buenas como malas, he caído muchas y veces pero he
logrado levantarme y seguir adelante. He
percibido muchas tristezas y sobretodo muchas alegrías, no obstante, jamás
había sentido tanta dicha como cuando escuché por primera vez el llanto de mi
bebé y cuando sentí su rostro junto al mío.
Ya hace un mes y una semana exactamente desde este suceso, y en este
post quiero compartir mi sentir.
Ser padres no es fácil y
creo que nunca se está preparado para ello.
Yo casi teniendo treinta años, con la vida en muchos aspectos bien
organizada, sentí que todo se tornó caótico.
Después de vivir tanto tiempo sólo para ti, tener que compartir tu
espacio o mejor dicho, todo lo tuyo con alguien, es difícil, pues ya no vives
para ti, sino que vives para la otra persona, tus pensamientos, tus deseos, tus
preocupaciones son en base al otro, ese pequeño ser que se convierte en lo
primero en tu vida. Es realmente conflictivo a nivel emocional y físico, es
desgastante, pero a la vez es gratificante, es encontrar un sentido diferente a
la vida.
Pero bueno, mi experiencia. Preocupación, fue lo primero que sentí al
estar en el quirófano y escuchar a las doctoras decir ya salió y no escucharlo al instante llorar, <pero no lo escucho>, dije, hasta que se dio, como
un sonido de ángeles, y entonces la alegría me invadió. Al pasar los días en el hospital, era mucho
el dolor y las limitaciones que éste genera, sumado a la evidente
preocupación por su salud que lo complicaba todo, pero luchaba para sentirme
animada y permitir que el entusiasmo por mi bebé lo superaran todo y de esta
manera ayudaba a que mi recuperación fuera más fácil y rápida.
En mi mente ya estaba que
me dijeran que mi bebé se quedaría en el hospital unos días más, pero para mi sorpresa le
dieron salida a la par mía. Qué contenta me sentí,
sólo podía darle gracias a Dios una y otra vez.
Dos días estuvo con nosotros en casa, al segundo día lloré por la
frustración de no estar produciendo leche, o al menos la suficiente que él
aparentaba necesitar, más la falta de sueño y desgaste físico, la falta de
silencio y quietud debido al llanto incontrolable y sin razón conocida, en fin,
supongo que es algo que le sucede a todos los padres, hasta a los más veteranos
en el asunto. Y a pesar que fueron días
abrumadores, al decir que volveríamos al hospital con él, fue devastador,
empero, fue un alivio porque pensé que nos permitiría hacer como borrón y cuenta nueva con
respecto a lo que viviríamos en casa al regresar.
En el hospital aprendimos
mucho, el énfasis fue en las técnicas de amamantamiento y producción de leche,
¡vital! Pero también tomamos notas
mentales al observar a las enfermeras y doctoras en la fluidez del trato con
los bebés, y también de las respuestas que nos daban ante las inquietudes de
padres primerizos como “¿es normal que respire como agitado?”, “¿qué hacemos
con el hipo?”, “¿cómo deberían ser las deposiciones?”, entre otras. Pasaron dos días en el hospital y pensamos
¡Sí, nos graduamos, estamos “ready”!, pero para nuestra sorpresa, al llegar a
casa nuevamente fue todo un caos.
La dinámica y la logística en todos los aspectos
realmente se ha convertido en un reto.
Con todo lo que hay que hacer dentro de la casa y cuando toca salir como
por ejemplo a las citas médicas. El
tiempo para la realización se duplica y por ende el estrés.
Me atrevo a decir que he
leído más en este mes de lo que pude haber leído en cuatro años de
licenciatura, y creo que eso es mucho decir.
Miles de dudas han surgido, día tras día, minuto tras minuto, y bueno,
ya nos hicimos a la idea que seguirán apareciendo, nos queda sólo seguir
adaptándonos al nuevo sistema impuesto por el nuevo “jefe”.
Tengo que reconocer y
agradecerle a Dios por mis suegros que en el tiempo que estuvieron nos fueron
de mucha ayuda, ya que por ellos pudimos conciliar las pocas horas de sueño que
tuvimos y disminuyó también el estrés por el quehacer del hogar; y ni decir mi
mamá, ya le debía la vida y el aguantarme tantos años, en mis peores momentos, y
ahora, aunque pareciera que me moleste porque me tiene en cuarentena o porque simplemente en ocasiones no
pensamos ni actuamos de la misma manera, realmente estoy feliz de tenerla
conmigo, y más en los momentos en que sentía que sólo con ella podía llorar y
desahogarme ya que ella como madre pasó por lo mismo que yo.
Definitivamente como dicen
los escritos, en teoría el bebé evoluciona y está en disposición de realizar ciertas
cosas en un período de tiempo determinado, sin embargo, cada bebé es distinto,
a unos les tomará más tiempo que a otros, por eso es importante conocerlos y
aprender a alinearse a su ritmo.
Creo que esta semana ha
sido mejor, he tratado de establecer una “rutina” en la mañanas que incluye
alimentarlo, darle las medicinas, bañarlo, jugar con él, pero confieso que de
rutina no tiene nada porque todos los días el orden y las horas han sido
distintos, supongo que más bien ha sido un tanteo para ver cuál de todos resulta mejor para
ponerlo en práctica. Con respecto al
sueño, ya él duerme una hora más durante las noches, y eso nos ha permitido recuperar un poco el sueño entre cada despertada, inclusive me da tiempo de
poder escribir un poco.
Recordaba hace unos días que
consideraba que los últimos meses del embarazo fueron difíciles porque no podía
dormir en las madrugadas, pero en comparación a lo actual, el embarazo fue una
utopía, no obstante, todo ha sido hermoso, cada experiencia ha valido la
pena. Ahora en las noches con la luz
tenue, sólo me quedo viéndonos en el espejo, cómo mi bebé se duerme tan
serenamente en mis brazos, y hasta he llegado a disfrutar de sus gritos y
llantos repentinos, aunque también reconozco que muchas veces me ofusco, pero bueno, poco a poco.
Apenas con tan poco tiempo
digo sin duda alguna que amo ser mamá, tal vez sí soñé con este día pero no lo
recuerdo, probablemente mi sueño se quedó corto a lo hermoso y maravilloso
que se siente. Insisto, cada cosa ha
valido la pena, hasta tener el estómago de tigre, porque no tengo por qué avergonzarme
de mis estrías, y doy gracias a Dios por brindarme tan grande bendición. También le agradezco por tener a un esposo tan
maravilloso, que me ha ayudado mucho, no sólo en darle comida al bebé, o
cambiarle los pañales o pasarme cosas, o limpiar, sino en darme su apoyo
incondicional, sus palabras de aliento, su mirada de admiración y
motivación.
Me atrevo a decir que
siento que empieza nuevamente mi vida, y adivinen, tampoco la planearé, sino
que la disfrutaré día tras días. Sólo le
pido a Dios que me de salud y muchos años para poder compartir con mi familia y a la Virgen María Santísima le imploro que me ampare como buena madre que es y me
enseñe a ser madre como ella.
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