Hace un mes que no escribo. Al
principio fue porque estuve casi dos semanas un poco enferma y luego, supongo
que la costumbre, la motivación y las ideas se habían disipado poco a poco. Pero hoy ratifico que Dios ilumina e inspira
a su tiempo y a su voluntad.
Dios nos habla de ser Sal y Luz en el evangelio de San Mateo (5,13-18): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la
tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que
para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No
se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende
una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero
y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para
que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el
cielo.»
Este pasaje es un llamado a todos los seguidores de Cristo, sus
discípulos, su Iglesia, a que seamos testimonio de fe, esperanza y amor en el
mundo. Nosotros como cristianos somos
testigos de la resurrección de Cristo, del legado de amor que nos dejó y es
nuestra responsabilidad proclamar su grandeza y procurar ser ejemplo y guía en
su camino para aquellos que no le conocen o que buscan de él y no saben cómo ni
dónde encontrarlo.
Tal vez en ocasiones nos auto-restringimos en la realización de esta
misión, porque nos sentimos indignos de tan grande responsabilidad o pensamos
que carecemos de las capacidades suficientes para ejecutar una buena acción. Sin embargo, muchas veces no es más que falta
de confianza en Dios y en sus designios, ya que olvidamos que Él en su
magnificencia y perfección nos creó y al darnos el soplo de vida, nos dio los
talentos requeridos para concretar la labor propuesta. Y dichosos debemos sentirnos ante más
responsabilidades dadas por Dios porque Él está viendo nuestra bondad y
fidelidad.
También olvidamos que el camino del Señor no siempre es fácil, a lo
largo del mismo se nos pueden presentar dificultades, y que debido a nuestra
humanidad, sintamos que no podemos avanzar, sin embargo, Dios no nos encomienda
tareas con las que no podamos cumplir y de algo hemos de estar seguros, y es
que en nuestra debilidad, Dios manifiesta toda su gracia y su poder, ya que su
amor es lo único que necesitamos para seguir.
Ahora, debo decir que en gran parte esto es una meditación auto-dirigida
y es que confieso que en ocasiones el desánimo y la frustración se apoderan de
mí al no visualizar resultados prontamente, y sí, olvido que el tiempo es sólo
de Dios, y pido la capacidad de saber esperar con amor, paciencia y tolerancia
el momento que él disponga.
Este sentimiento de impotencia y limitación surge de mi presencia en
parroquias en plena organización en pro de desarrollarse, y es que a veces
entre broma y en serio me pregunto por qué simplemente no doy a parar en una
iglesia ya con esquemas establecidos y responsables asignados a su ejecución, de
tal manera que no se me despierte esa chispa de querer hacer algo más para
ayudar a su crecimiento. Y aunque
parezca egoísta, es que no dejo de preguntarme ¿por qué yo?, si yo nada soy,
nada tengo y nada sé.
Pero bueno, esta es mi historia actual, no pude quedarme sentada como un
feligrés cualquiera y entré al coro y luego en un grupo juvenil de adultos, y
cuando más desanimada me siento, de alguna manera Dios me dice “ánimo”. Y ayer justamente, buscando nombre para el
grupo juvenil, propuse que tuviera referencia a “Sal y Luz” y les leí el pasaje
que sin saber era el correspondiente a hoy.
Evangelio que escogimos también mi esposo y yo para nuestra boda, porque
de tantas lecturas posibles, esa era por la cual mi corazón se inflamaba.
Dios es perfecto y en Él no existen las casualidades, y aquellos que nos
consagramos de una u otra manera a su servicio, sepamos que Él siempre está con
nosotros, dándonos ese "empujoncito" y manifestándonos su amor.
Que Dios siempre nos inspire a ser trabajadores de su reino, a ser Sal y
Luz en este mundo.
0 comentarios:
Publicar un comentario