lunes, 4 de mayo de 2015

Un día especial


Recién fue mi cumpleaños.  El cumpleaños es un día para recibir innumerables saludos de felicitaciones y bendiciones por las diferentes vías de comunicación existentes, día para festejar con familiares y amigos, cantar cumpleaños, soplar la vela y pedir un deseo; día para caer en cuenta que el tiempo pasa volando y que hay aún muchas cosas que no hemos podido realizar, día de ser consentidos por nuestros seres queridos, día para reír, disfrutar pero sobre todo para dar gracias a Dios.

Me quedé pensando, ¿qué tan importante nos resulta recibir felicitaciones?  Primero que todo hay que tener claro que hay diversas maneras de hacer llegar una felicitación:
§  - Recibir visitas.  Eso sería lo óptimo.  Dar un abrazo y un beso, pasar un tiempo con el celebrado y mostrarle nuestro cariño. 
§ -  Las llamadas telefónicas.  Es un gran medio ya que muchas veces la distancia dificulta el ir de visita.  Una llamada siempre es bien recibida y alegra el corazón. 
§  - Saludos por redes sociales.  Facebook es el principal, ya sea por mensaje personal o por un post en el muro, también está twitter, WhatsApp, entre muchos.  Personalmente pienso que es bonito saber que las personas se toman aunque sea un minuto para ti, y que es muy probable que lo hagan con las intenciones más nobles y en verdad, eso se agradece.
§ -  Saludos mediante intermediarios.  Es cuando alguien te dice “Fulanito me dijo que te dijera que felicidades”.  Siempre ha de haber una razón por la cual no se dio una felicitación directa, y por eso se recibe con igual cariño.
§ - Cuando el celebrado llama.  Esta es poco usual, pero es curioso cuando el homenajeado del día tiene la necesidad de llamar a alguien para comunicarle algo y puede que la reacción de ese alguien sea una de dos: que hable todo la distancia sin recordar que es su día, o que apenas le escuche la voz diga, “estaba a punto de llamarte para felicitarte”.  También vale aunque me parece graciosa.

Todo esto me recuerda a mi difunta abuela que decía “hoy yo no llamo a nadie aunque realmente lo necesite, que me llamen” - y ay de que no llamaras – jaja.  Y por supuesto tenías que estar clarito con la fecha, porque no tenía Facebook para recibir el aviso.  ¿Qué sucede en la actualidad?, si uno no tiene en el Facebook el cumpleaños visible, ¿sería la misma historia de si lo tuvieras público y sería la misma lista de felicitaciones?  Tal vez no.

¿Y qué pasa con los que no te escriben?  Pues nada, no significa que signifiques menos para ellos o que no te tengan siempre presente, tal vez simplemente tuvieron un día ocupado, o no es su costumbre felicitar, pero por supuesto y tristemente, si habrá gente que sabiendo y teniendo tiempo, simplemente no le ha de importar escribirte, pero eso es cuestión de cada quien porque cada persona es diferente y eso hay que respetarlo.

Ahora bien, este año por primera vez en 29 años me ha tocado a estar a miles de millas de distancia de mi país y de toda mi gente, y créanme valoro y reconozco lo maravilloso de la evolución de las tecnología y las redes sociales, cuando puedes hacer una video llamada por Skype aunque sea por unos minutos y puedes ver y escuchar a tus padres, tu hermana y tus adorables sobrinos cantándote feliz cumpleaños.  O cuando  recibes imágenes y fotos con los buenos deseos, o cuando a una amiga no le basta con hacerte un collage y sino que te llama por teléfono, esos detalles, no tienen precio. Y aunque bien es cierto que jamás equivaldrá a un abrazo y un beso, bajo las circunstancias, es realmente de mucho provecho.

Pero qué bonito es tener al alguien contigo celebrando.  Por ejemplo, genera mucha alegría saber que donde estés puedes hacer nuevas amistades que se preocupan por ti y tiene es gesto de compartir el día contigo y hasta preparar una sorpresa de cantarte las mañanitas y tocarlas con mandolina.  También el tener a un ser querido – en mi caso, mi esposo - consintiéndote, buscando tu comodidad y tranquilidad en este día.

Sin embargo, pienso yo que un cumpleaños no es cumpleaños sin darle gracias al que te dio la vida: Dios.  Procurar ir a misa indistintamente que sea domingo o cualquier día de la semana, buscar estar en paz con Él y simplemente agradecerle y decirle cuanto le amas.  Puedes tener una bendición extra y quedarte adorando su majestuosidad.

Finalmente, en el cumpleaños uno suele pensar en la vida, en lo que hemos ganado y lo que hemos perdido, en lo que hemos hecho y lo que nos falta por hacer, entre otras cosas.  Pero en verdad considero que todo esto se resume en cuánto hemos amado y que es probable sea la pregunta que tengamos que responder en nuestro juicio ante el creador.  La pregunta es ¿por qué necesitamos de un cumpleaños para meditar sobre esto, cuando debería ser una acción diaria?

Le llamamos un día especial a nuestro cumpleaños, a nuestro día de bodas, al nacimiento de nuestros hijos, al día en que nos bautizamos, confirmamos o hacemos la Primera Comunión, al día en que completamos algún logro académico o laboral, y estos son sólo algunos ejemplos.  La verdad es que cada día nos hacemos más viejos, cada día adquirimos experiencias distintas, cada día aprendemos algo nuevo, es decir, que cada día es especial; para llegar al día de nuestra boda, hemos tenido que aprender a amar a nuestra pareja y a nosotros mismos, a amar la relación, a compartir, a comprender al otro, cada día; cuando una creatura nace es porque al concebirlo se le ha deseado y se le ha amado y por nueve meses se le ha cuidado y esperado; cuando decidimos dar el paso de recibir un nuevo sacramento, es porque hemos aprendido de Dios, le hemos amado y queremos seguir amándole;  cuando tenemos algún logro en la vida es porque hemos encontrado deleite en lo que hacemos, porque hemos querido superarnos, porque con nuestras acciones queremos ayudar de una u otra manera a los demás que amamos.  Y así se puede seguir en cada acontecimiento de la vida.


En fin, todos los días es un día especial, nosotros lo hacemos especial, que nuestra alegría, que nuestros agradecimientos, con nuestras ganas de vivir, con nuestra entrega a los demás, con nuestra confianza puesta en Dios.  Y todos los días podemos ser consentidos de nuestros seres queridos.


Mi cumpleaños fue un día especial y doy gracias a todos los que me felicitaron de una u otra manera, a lo que no también, a los que me felicitan todos los días con una sonrisa o un “hola, ¿cómo estás? y a los que lo hacen aunque no me entere, mediante un pensamiento o una oración.  Gracias a Dios por sus vidas, por ser parte de mi vida, porque les da siempre un día especial; y en la distancia, pienso y oro por ustedes.